jueves, 4 de junio de 2015

Historias de Canción 14

Como el olor de la hierba recién cortada, aquello era algo que me devolvía a mi más tierna infancia. Cuando todo era sencillo y no había nada de qué preocuparse.

Los brazos de mamá eran ese lugar mágico donde todo se solucionaba: los miedos, el dolor... Aún hoy lo son, pero ya no es posible acudir a ellos con tanta frecuencia.

Supongo que es la maldición de hacerse adulto: tienes que aprender a solucionar tus problemas por ti mismo. Pero eso cuesta, y te hace añorar aún más los brazos de mamá...

Sin embargo, esta vez me he demorado en exceso en acudir a ellos. Con la lluvia escurriéndose sobre mi rostro, como si el cielo derramase sus propias lágrimas, he comprendido que ya es tarde. Ya nunca podré regresar y acurrucarme en los brazos de mamá, pese a que en este momento, mientras regreso a casa desde el cementerio, eso es lo único que podría reconfortarme.

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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.