lunes, 1 de junio de 2015

El regalo de olvidar

En ocasiones nos suceden cosas que nos gustaría olvidar. Puede tratarse de cosas pequeñas, sin importancia para nadie excepto nosotros mismos. Pero también sucede, y quizá en mayor medida, con sucesos de mayor amplitud e importancia "capital" (todo depende del punto de vista). A veces no logramos olvidar; pero otras, con mayor esfuerzo, sí lo hacemos. La cuestión aquí sería si debemos hacerlo.

Podría decirse que existen varios niveles de olvido. Desde el superficial, que sería actuar como si nada pero teniéndolo presente, hasta el más profundo. Este suele estar ocasionado por traumas, consistiendo en que (habiéndose iniciado consciente o inconscientemente) seamos realmente incapaces de recordar, aunque fuera intentándolo.

Este último no sería muy sano; la consecuencia menos "psicológicamente" analizada sería que nos permite repetir los errores del pasado: si no recordamos habernos quemado con el fuego, lo volveremos a tocar.

Y la primera opción, la de pensar en ello aun cuando actúas como si no lo hicieses... Bueno, si se trata de algo que deseas olvidar, seguramente pensar en ello a cada rato tampoco sea especialmente recomendable.

Por tanto, creo que lo mejor sería un término medio (como en tantas otras cosas). Olvidar, sí, pero de manera que puedas aprender de ello y tenerlo en cuenta cuando te sea necesario.

¿Qué opináis vosotros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda que en éste blog no están permitidos los enlaces de ningún tipo. Si en la moderación de los comentarios encontramos alguno, procederemos a borrar vuestra aportación.
Lamento la situación, pero la ley nos obliga.