domingo, 31 de mayo de 2015

Finde Nostálgico: El extraño. Primera parte

Publicado originalmente el 25 de enero de 2009, por Araxis

Esta historia la escribí para que la contaran en la novela que estoy escribiendo, pero creo que se puede leer sin perderse, ya que ni aparece el nombre de ninguna especie que me haya inventado ni aparece el nombre de ningún personaje que precise de una introducción, por lo que puede leerse de manera individual sin problemas. La historia siguiente es lo que en la novela consideran un cuento popular humano. La publicaré en dos partes, o quizá tres, ya que me han dicho que si la historia aparece muy larga se hace más pesada de leer.




Cuentan que hace mucho tiempo existían criaturas de cuatro patas que tenían alas con las que poder volar, y las llamaban dracus. Esta historia tiene lugar antes de eso, antes de que se descubriera el primer dracus, en una época oscura y peligrosa, donde no era conveniente fiarse de los desconocidos, y menos aún si llegaban en mitad de una tormenta...
Aquella era una gran tormenta, de eso nadie tenía la menor duda. De hecho, había quienes pensaban que tenía tanta fuerza que lograría arrastrar el pueblo y arrancarlo de la faz de la tierra. Fue esa la primera vez que vieron al extrangero. Al principio pensaron que se trataba de un fantasma. El agua parecía no afectarle, ya que su rojizo pelo se hallaba liso a su espalda, pero seco. Lo mismo sucedía con sus ropas, unos oscuros y extraños ropajes que los lugareños no habían visto ni soñado jamás. Todo en él era extraño, desde sus botas de piel tan perfectas que no parecían haber sido confeccionadas por mano humana, hasta sus ojos de un extraño tono violeta oscuro. Pese a sus miradas a través de los cristales de las ventanas de sus casas, el extraño parecía tranquilo. Se paró en el centro del pueblo, observándolo todo con interés. Aunque poco tardó en volver a ponerse en marcha, andando esta vez con dirección a la posada. Una vez allí llamó suavemente con los nudillos a la puerta, que el posadero abrió no sin antes comprobar que el desconocido iba desarmado. Aunque, a pesar de ello, cuando abrió lo hizo con un sable en su mano derecha, cuya punta colocó cuidadosamente a unos milímetros de la garganta del extraño. Le preguntó lo que quería de manera brusca, a lo que el extraño respondió con un raro acento que desaba pasar allí la noche y pagaría bien por ello. El posadero le respondió que si le asustaba una pequeña tormenta como esa no era digno de guarecerse bajo su techo. Dicho esto retiró la espada y cerró la puerta sin darle oportunidad para replicar. El extraño dio media vuelta y se perdió en la lluvia. Los lugareños respiraron tranquilos; sin embargo, aquel día aún no había terminado.

2 comentarios:

  1. Buena historia prometo volver para seguir leyendo ,hasta pronto ,muy lindo tu blog

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  2. Hola, Maribel. Me alegra que te hayan gustado mi historia y nuestro blog, espero que siga siendo así en tus próximas visitas.

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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.