jueves, 21 de mayo de 2015

Grandes sagas

Todos, o casi todos, tenemos o hemos tenido alguna gran saga que nos haya fascinado. No me refiero a las trilogías, y sólo por encima al ejemplo de Harry Potter, que con sus siete libros y ocho películas podría entrar en esta categoría. Aunque al menos desde su inicio conocíamos la intención de que se tratase de los siete cursos de Harry en el colegio y nada más.

Me refiero más bien a aquellas que, sabiendo cuándo empiezan, no tienes idea de cuándo podrían terminar. Juego de Tronos, La Espada de la Verdad y las películas de superhéroes basadas en cómics de Marvel y DC serían buenos ejemplos de ello.

Con mayor o menor seguimiento por parte de lectores o espectadores, estas historias se van alargando de tal manera que a veces pierden el rumbo que parecía haberse fijado en sus inicios. Podría decirse que existen dos modos de afrontarlas, desde el punto de vista del autor. Por un lado estarían aquellos que, pese a narrar historias de larga duración, incluyen en éstas sub-historias, pequeños objetivos que los protagonistas deben completar en su lucha por alcanzar el objetivo global. En La Espada de la Verdad, por ejemplo, pese a que la lucha contra la Orden Imperial dura cerca de 20 libros, sólo invierten un par en la búsqueda de una cura para la epidemia de peste que la Orden desencadenó mágicamente.

Por otro lado están los que, como Juego de Tronos, no hacen sino complicar la trama de modo que ni la muerte de sus personajes de siempre la sensación de que una sub-historia ha terminado.

¿Cuál de estas opciones es mejor?

Hay opiniones para todos los gustos, desde luego, pero por mi parte prefiero la primera. Ver que se van cumpliendo los objetivos que se van presentando, o al menos algunos de ellos, ayuda a mantener el interés. Si, por el contrario, el tiempo pasa y nada cambia, o cambia todo tanto que es sencillo perderse por el camino... En estas ocasiones se acaba desistiendo con mayor facilidad, independientemente de si es una saga más o menos larga.

Y en el caso de los superhéroes cinematográficos y televisivos, a esto habría que añadir la repetitividad, entre otras cosas. Pero creo que a partir de ahora seré más selectiva con ellos a la hora de ir o no a verlos al cine.

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