Superior a mí, dice. Tal vez tenga más galones en su uniforme, pero desde luego que no es superior a mí. Ni me supera a mí, ni supera a nadie.
Pero como es el jefe hay que obedecerle, aunque nos lleve derechitos a una trampa. Pues, como nadie le supera en inteligencia ni conocimientos tácticos, nadie en este mundo o en el otro sería capaz de ponerle una trampa. Una tramapa a él, que siempre descubre los engaños antes incluso de que el embustero de turno trate de engatusarle.
Eso es lo que él se cree, claro. Porque la verdad es que es estúpido. Con galones, sí, pero estúpido. Tanto que no es capaz de ver que nos lleva hasta una trampa, de la que será un milagro si sale alguien vivo.
Pero ninguno de nosotros tiene agallas para enfrentarse a él, pero lo que supongo que ninguno de nosotros sobrevivirá a la próxima hora.
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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.