sábado, 25 de abril de 2015

Finde Nostálgico: Sagas familiares. Caminos

Publicado originalmente el 6 de octubre de 2008, por Araxis

Llegó el día en que ya se había curado la herida de Cóvex por completo, y éste supuso que sus caminos debían separarse. En seguida cayó en la cuenta de que le apenaba esa separación. Sorprendido, preguntó a Tag, que era la única con la que hablaba, qué era lo que iban a hacer ahora.

—Supongo que seguir nuestro camino.
—Quería decir que a dónde lleva ese camino.
—A ningún sitio que le importe a un humano. —Aquella era la segunda vez que Bacnuss hablaba estando Cóvex despierto. Éste pensaba que su voz sonaría gutural, pero se sorprendió al comprobar que era tan humana como la suya propia.
—Acompaño a Bac durante un trecho de su camino; después cada uno irá a un sitio distinto. ¿Y tú?
—Me dirigía al castillo Sateb.
—¿Ibas allí para enrolarte en las filas del ejército de Dincabi? —le interrumpió Bacnuss, subiendo la voz y estirando las alas, en un claro signo de amenaza.
—No. Iba allí a cobrar una herencia.
—¿Una herencia? —le preguntó Tag, mientras intentaba serenar a Bacnuss—. Entonces debes ser... —abriendo los ojos y olvidándose del ángel, se interrumpió—. ¡¿Eres un hijo de su hermano?!
—Sí y, antes de que os echéis encima de mí, me gustaría explicaros algo. —Viendo que Tagne había conseguido que Bacnuss bajara las alas, continuó—. Lo primero que he de decir es que apenas he visto dos veces a mi padre y lo segundo es que en ese par de veces llegué a la conclusión de que prefería no tener padre que tenerle a él. Y eso que personalmente no le conocí. Cuando le vi fue de lejos, una vez paró en su camino hacia no sé qué torneo y la otra vino al enterarse de que mi madre había muerto. No es que sintiera afecto por ella, sino que quería enterarse de si yo existía. Mi madre ya me había advertido contra él, así que convencí a un vecino para que le dijera que me había ido lejos y que así se fuera. Pero hace un par de meses llegó un mensajero a la ciudad que decía que había muerto y que su herencia se repartiría entre todos sus hijos, bastardos o no, que pudieran demostrar serlo.
—¿Cómo puedes demostrar que lo eres?
—Con esto. —Y les mostró un añillo toscamente grabado con el símbolo inconfundible de la casa de su padre—. No es que necesite el dinero o lo que sea en que consista la herencia, pero lo cierto es que me vendría muy bien. Esa es la razón por la que voy al castillo de Dincabi, mi tío.
—Si todo eso es cierto podemos acompañarte un trecho. —Mientras Tagne decía esto, calló con la mirada a Bacnuss, que parecía a punto de replicar.
—¿Por qué ibais a hacerlo?
—Bueno, llevamos la misma dirección y es más seguro ser tres que ser dos. Aunque tendrás que esconder eso —añadió, señalando el anillo—. Se pueden encontrar muchas criaturas en el bosque, y no pocas odian tanto ese símbolo como lo que simboliza. Así que si lo guardas te acompañaremos un tiempo.—De acuerdo —respondió él, sinceramente agradecido.

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