miércoles, 6 de abril de 2016

Querido Tú (Día 1 - 3/4)

Podrías decir que aquel primer encuentro no fue realmente tan raro, y quizá tendrías razón. Pero, ¿un sonido que sale de una cueva vacía y unas pinturas que momentos antes no estaban ahí? Tal vez lo achaques a la imaginación de dos niños aburridos, como hicieron nuestros padres. Tanto insistían en esa idea que llegamos a creerles, y por eso los del periódico no llegaron a hablar con nosotros, ya que no sabían que fuimos los primeros en ver las cuevas así. Pero lo fuimos.

El periódico "Cada día" de Oddville tenía una tirada algo más grande de lo que cabría esperar en un pueblo tan pequeño, y de hecho sus lectores no eran sólo de allí, sino también de los pueblos cercanos. Pese a ello, sus oficinas eran pequeñas, y se ubicaban entre la única peluquería y la más pequeña de las dos fruterías que había en aquel momento.

Pero el misterio de las pinturas atrajo mucha atención, y por primera vez en su historia tuvieron que aumentar la tirada del periódico. Y es que esos dibujos no eran las típicas pintadas que podían hacer unos jóvenes aburridos, aunque tras una semana de teorías a cada cual más loca acabaron dando esa por cierta, al ser la única aceptable por lógica.

Entrevistaron incluso a un "experto", llevándole a la cueva, para tratar de aclarar el misterio. No sacaron nada en claro, ya que dijo que cualquiera de sus alumnos (era profesor de educación plástica en el colegio) podría aprender a hacer unos dibujos como aquellos. Pero al mismo tiempo se extrañó al no saber cómo estaban hechos.

El periódico trató de traer a un experto de la gran ciudad, alguien versado en arte y en escritura jeroglífica antigua. Pero por desgracia no encontraron a nadie que les tomara en serio. Lo que no es de extrañar, puesto que la línea editorial del periódico era difusa, y tan pronto publicaban un artículo con un gran rigor científico como otro que tomaba a los fantasmas como algo perfectamente demostrable.

Hubo muchas conjeturas, y de todo tipo: grafitis (como ya dije), magia negra, una reacción química de las paredes de la cueva con la luz de las linternas, lo mismo pero con el calor de una fogata encendida en su interior (de cuya existencia no había prueba alguna)... Las había de todos los gustos y condiciones.

Pero el tiempo, como suele hacer, difuminó las ganas de elucubrar sobre las pinturas, y la gente fue olvidándose de ellas.

Cuando cobraron de nuevo importancia, muchos ya ni recordaban la existencia de aquella cueva.

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