martes, 5 de abril de 2016

Querido Tú (Día 1 - 2/4)

Anduve durante unos diez minutos, hasta llegar a la entrada de la cueva.

Antes de seguir, debería decirte que aquel bosque, poco frondoso en su mayor parte y poblado principalmente por pinos, tenía una cueva de pequeñas proporciones. Los niños a veces íbamos allí a jugar, aunque nunca era recomendable acercarse a las horas en que casi no había luz. Decían que había fantasmas, pero poco después descubrí que lo que había era un puñado de adolescentes casi cada noche. Al menos eran sensatos y recogían los desperdicios que generaban por si al día siguiente nos acercábamos los niños a la cueva. Sólo un día no lo hicieron, pero esa es otra historia.

Bueno, iba a entrar en la cueva, convencida de que allí encontraría la solución al misterio, cuando el sonido cesó de nuevo, justo a tiempo para que pudiese oír cómo se partía una ramita a mi espalda.

Me giré con el corazón a mil, tratando de negar ante mí misma que estaba asustada, y me encontré frente a frente con tu padre.

Era apenas dos dedos mayor que yo, y su negro pelo era aún más rizado que ahora. Parecía algo asustado y sorprendido de encontrarme allí y, como yo, no sabía qué decir.

Iba a preguntarle su nombre, ya que era la primera vez que le veía, cuando el sonido regresó. Ahora era más fuerte y procedía claramente de la cueva, a donde nos dirigimos ambos sin intercambiar ninguna palabra.

Pese a encontrarme yo más cerca, fue él quien primero entró, justo antes de que el sonido parase por tercera y última vez.

–¿Has visto eso? – me preguntó, señalando a una de las paredes de la cueva.

Yo me acerqué despacio a donde señalaba, y vi una serie de complicados dibujos geométricos y simétricos que no estaban antes. Lo raro era que no parecían recién pintados; tenían un aspecto similar al de las cuevas prehistóricas y, al tocarlas, su textura era la misma que la del resto de la pared.

Se lo dije, pensando que se referiría a eso. Pero me dijo que no, que al entrar uno de esos símbolos se estaba "dibujando a sí mismo", y que dejó de hacerlo justo cuando paró el sonido.

Iba a decirle que eso era absurdo cuando oímos gritos en el exterior. Salimos, y al oírles más claramente dijo que eran sus padres adoptivos. Fue entonces cuando supe que su nombre era Kai.

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