viernes, 1 de abril de 2016

Historias de Canción 21

Fue sin querer, se lo juro. Tal vez a un magistrado como usted le resulte difícil de creer, pero no tenía intención alguna de hacerlo. Pensar que fui capaz de algo así...

Pero lo hecho, hecho está, señor juez. Lamentarse no sirve de nada, y lo ocurrido no tiene ya remedio.

¿Arrepentirme? Con el debido respeto, señor juez, pero ¿de qué serviría eso? ¿Serviría acaso para hacer retroceder el tiempo? ¿Para que nada de esto hubiese sucedido? Yo creo que no, señoría. Claro que si usted tiene pruebas de lo contrario no me importaría escucharlas.

No las tiene, ¿verdad? Un juez sin pruebas...

Disculpe, señoría, no era mi intención ofenderle. Es sólo una constatación de los hechos. Si el suceso no tiene modo de ser reparado, no tiene sentido el arrepentimiento.

Oh, no, señor. Eso no significa que cometa desacato. Cumpliré con lo que diga en su sentencia, como castigo por mi acción, sin ninguna queja.

Mientras no me condene al arrepentimiento...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda que en éste blog no están permitidos los enlaces de ningún tipo. Si en la moderación de los comentarios encontramos alguno, procederemos a borrar vuestra aportación.
Lamento la situación, pero la ley nos obliga.