Hoy puede ser un gran día o, al menos, eso es lo que no paro de repetirme. Y no sólo yo, sino también mi esposa y mis hijos lo hacen de continuo.
Hoy puede ser un gran día... o un completo fracaso. Pero la suerte está ya echada, así que supongo que no merece la pena darle vueltas en la cabeza al asunto.
Claro que... ¿Cómo no hacerlo? Es decir, el mero hecho de reconocer ante mí mismo que puede ocurrir una de dos cosas, las cuáles se distancian mucho entre sí, es seguir mareando la perdiz.
Tengo que intentar pensar en otra cosa, mantener la mente ocupada. ¿De qué hablaban las noticias esta mañana? Sin duda mencionarían los muertos del accidente de tráfico que se produjo este fin de semana. Y de la programación especial de la televisión esta noche, a raíz de lo que va a suceder, lo que ya está sucediendo en cientos de colegios...
Es inútil. Lo he intentado, pero es inútil. Admitámoslo, hoy es el día de las elecciones, y no seré capaz de pensar en ninguna otra cosa.
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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.