sábado, 14 de febrero de 2015

Finde Nostálgico: Cuando lo ves todo negro - Capítulo 3: Mis padres.

Escrito por Erebyel
Como cualquier otro lunes, comimos en casa todos juntos. Miento. No es como cualquier otro lunes.
Cuando mi madre prepara una de las nuevas recetas que le dan sus queridas amigas (todas están en el bloque donde vivimos): mi madre es ama de casa y además, no le gusta salir de casa – excepto si es para ir a la peluquería, al mercado o a marujear a casa de alguna de sus amigas-.

Me explicaré: no es que mi padre no quiera que trabaje, ¡Es lo que más desearía en el mundo! Pero mi madre se niega alegando a la desatención de su amado hogar; así que, en los tiempos que corren, tenemos que apañárnosla con el micro sueldo de mi padre para subsistir. Créanme… no es nada fácil (aunque si mi padre fuera Zapatero claro que sí lo sería).
El caso, es que cuando mi madre prepara algo nuevo para comer… esos días desearíamos haber nacido sin lengua. Mi madre tiene el don innato de hacer que las comidas sean horriblemente repulsivas.
Esos días envidio incluso a las anoréxicas.
Bueno, sigamos con el tema central del capítulo: estábamos todos sentados en la mesa, observando el mejunje de cosas raras que había en el plato. Difícilmente, y posiblemente ni siquiera un adivino de los de verdad, podría averiguar los ingredientes utilizados para… esa cosa.
¡Pero qué cilindros… ejem… rollos! ¡Hablemos de lo que de verdad interesa! ¡Esa bomba de relojería!
Pongámonos en situación: cuatro personas (mi madre, mi padre, mi hermano pequeño y yo) en una mesa donde apenas cabían los platos… cada uno mirando el suyo con asco (excepto mi madre que alegremente se lo comía, no sé como podía hacer tal cosa), quietos, increíblemente quietos. Como sonido de fondo el tic-tac del reloj y el zumbido de una mosca que no sabe donde esconderse de los vapores del potingue de mi madre, y el sonido también de la cuchara de mi madre chocando con el plato comprado en los chinos. Para ayudar: la iluminación, escasa… ¡Dejémonos de ambientaciones que ya me cansé!
El caso es que miré a mis padres fijamente, con expresión de circunstancia vamos… había dos opciones: soltárselo de sopetón o dar un rodeo mundial para acabar por soltárselo como final del rodeo. Opté por la segunda opción… La conversación fue la siguiente:
- Papá, Mamá, ¿ustedes me queréis? – les pregunté. Ellos me miraron raro y fue mi padre el que contestó.
- ¡Claro!, ¡Por supuesto!, ¡Eres nuestra hija! – vamos lo típico.
- ¿Entonces no os enfadaréis si hago alguna tontería? – dije bajando la mirada, para dar más importancia.
- ¡¿Has robado a alguien?! – saltó mi madre, siempre dice que acabaré como una delincuente así que no me pilló por sorpresa la pregunta.
Negué con la cabeza lentamente. Entonces mi padre me pidió que fuera directamente al grano, y grosso modo: es lo que hice.
- Verás, hay un chico que me gusta… bueno, tres. Y el otro día, cuando salí con mis amigas a la disco pues… - intentaba no respirar pero como era imposible, pues ¡Alguna vez llegué a pensar lo que decía y todo!. – Que bebí algo de alcohol y… como estaba algo borracha pues no sabía bien lo que hacía y… - hice una pausa muy larga aquí, para luego soltar de sopetón lo siguiente – me lié con los tres.
No miré a mis padres, pero oí como la cuchara de mi madre caía en el plato (lo que hizo que la cosa de la que quedaban restos en su plato acabase parcialmente en mi cara), la mosca se detuvo y el reloj… también.
Después referí que a causa de ello, estaba embarazada. En ese momento oí a mi madre lamentarse y rezar… rezar a todos los dioses que la humanidad ha creado: incluso a los dioses de los que no queda constancia de su existencia hoy día.No fue muy agradable el sermón que me echaron después. Pero entendí que mi madre iba a pedir cita con el ginecólogo… pensé que sería bueno avisar a los tres potenciales padres del niño, ¿Cualquiera lo hubiese hecho, no?

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