domingo, 8 de febrero de 2015

Finde Nostálgico: Cuando lo ves todo negro - Capítulo 2: El Padre.

Escrito por Erebyel
A ver… ¿por donde sigo?… ¡Ah, sí! El lunes.
Bueno, resulta que el domingo por la noche me quedé pensando en quien podría ser el padre de esta bomba de relojería. A ver, entendedme, cuando voy a la disco, pues… bueno, acabo por beber lo suficiente para volverme “social” pero lo justo para recordar lo que he hecho… como todos los jóvenes de mi edad: ¿Porqué debería yo ser diferente al resto, si es lo que ahora se lleva?

Sin intentar divagar mucho… llegué a la conclusión de que recordaba que aquella noche me había liado con tres tíos: uno estaba en mi clase, otro en mi instituto; y el otro sabía donde trabajaba. Por lo que decidí contárselo a los tres, aunque supongo que lo más probable es que fuera del primero… ¿Llegó antes no?
Pero ahora seriamente, debía decirle a los tres que eran potencialmente padres de un niño… me tiraba de los pelos porque entonces me mandarían a la mierda, pero no me quedaba otra opción, después de todo no tenía ni la más remota idea. Así que eso hice.
Primero hable con el de mi clase, que por cierto era repetidor. Creo que es un poco idiota – además de muy pijo –, porque le hizo ilusión y empezó a marearme con el nombre que le pondríamos a “nuestro” hijo. Me costó la hora de mates hacerle comprender que en realidad no sabía si era “nuestro”, tal vez era mío y de otro tío.
En la hora de descanso, esa media hora que los profesores usan para fumarse algún cigarrillo, busqué al segundo tío: como siempre en el banco con sus otros colegas. Esto es confidencial, así que no lo contéis por ahí: era su primera vez. Lo saqué del asiento casi tirando de él, pero conseguí separarlo de la manada el tiempo suficiente para exponerle la situación: un poco más y se arranca el bonito pelo teñido de rojo, azul y verde que tiene. Pero no me dijo nada al respecto así que me marché con el deber cumplido.
El tercer implicado en el asunto tenía aún 17, como el primer implicado, pero no se le daban muy bien los estudios así que decidió dejarlos a los 16 y entrar a trabajar en la tienda de su padre: la tienda de golosinas del barrio (siempre que me veía me regalaba un regaliz). El era, y es, el más normal de los tres (me refiero a sus pintas, ya sabéis…).
Fui a verle después de salir de clases. Fue un poco complicado pues su padre estaba también en la tienda, así que miré a los ojos de su padre como si de un corderillo me tratara y dejó salir a su hijo cinco minutos.
Se lo expuse como a los anteriores. Pareció que se le caía un mundo, o dos, encima. En realidad no había para tanto, ¡Sólo estaba embarazada! Me dijo, creo recordar: “Si soy el padre de ese niño…” ¿Qué dijo? ¡No me acuerdo! Bueno, da igual. Tampoco iba a ser muy importante lo que dijera, ¿no?
El caso es que al contárselo a los chicos, me sentí aliviada. Y un tanto extrañada por la idiotez del trío, pues ninguno (tras recalcarle que había otros dos tíos implicados) negó ser el padre del niño… ¿no es como actúan los tíos normalmente? ¡Pueden aceptar la paternidad del crío los tres juntos sólo para ver como se derrumba la visión del mundo que tiene de una! Los tíos son una especie única en el mundo,… una especie muy contradictoria y muy incomprendida. ¿Alguna vez llegará alguien que los comprenda?
Bueno, dejémonos de enredos y vayamos a lo que importa, mi inesperado embarazo.
Esa tarde llegué a casa y me tiré en el sofá, como siempre hago. Para sorpresa mía, mi madre estaba intentando preparar una receta que le había escrito paso a paso (por lógico que pareciera) la vecina de abajo. Vivimos en un segundo, por lo tanto, una de las vecinas del primero: ¡a que mi deducción es muy buena!¡¡Voy a ser una gran científica!!
Pensé que tarde o temprano se enterarían de que iba a ser abuela, así que como hoy parecía ser un buen día: decidí que sería el día que se lo contase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Recuerda que en éste blog no están permitidos los enlaces de ningún tipo. Si en la moderación de los comentarios encontramos alguno, procederemos a borrar vuestra aportación.
Lamento la situación, pero la ley nos obliga.