Con la caída de la tarde, repaso la historia de mi vida. Una historia sencilla y para qué negarlo, bastante corta. Nací, crecí junto a mis hermanas, me hice mayor y trabajé.
Lo normal, ¿no? Era un trabajo duro, especialmente en el verano. En cambio, en invierno tocaba reponer fuerzas, ya que el frío y la nieve apenas nos dejaban salir al exterior.
Ahora, con la caída de la tarde, me enfrento al final de mi vida. Pues el líquido que tanto da vida como la quita me rodea por todas partes. Los lados, arriba, abajo... Nunca fui una gran nadadora. De hecho, no creo que ninguna de nosotras lo sea.
Hoy, a las 7.32 a.m., una hormiga se ahogó en una gota de agua.
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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.