Finde Nostálgico: Conversaciones de Papel (35)

Publicada originalmente el 16 de octubre de 2009, por Araxis

Era la última clase de la semana y, por tanto, la clase estaba medio vacía. Cuando entró Pascual al laboratorio, ya que esa clase de física tocaba allí, tuvo que respirar hondo y sujetarse al dintel de la puerta durante unos minutos. Parecía que le había pasado algo más grave que encontrar la clase medio vacía, por lo que Sandra se presentó voluntaria para avisar a alguien, pero Pascual dijo que no era necesario. Fue a su lugar en el laboratorio y comenzó a hablar, aunque balbuceaba mucho y repetía cosas que no tenían mucho sentido. Además, se le olvidó que se trataba de una clase en el laboratorio, por lo que se tiró toda la hora hablando de la parte de la teoría que habían dado la semana anterior. Curiosamente, nadie comentó su comportamiento.

Oye. (Fernando)
¿Qué? (Julio)
Te voy a preguntar una cosa. (Fernando)
¿Qué cosa? (Julio)
Una. (Fernando)
¿Por qué no te dejas de prolegómenos y haces la pregunta? (Julio)
Sólo te decía que te iba a preguntar algo. (Fernando)
¿Es que para hacerme una pregunta me tienes que pedir permiso? (Julio)
No, ¿por? (Fernando)
Porque eso es lo que estás haciendo, tarugo. (Julio)
No me llames tarugo. (Fernando)
Te llamaré como quiera. (Julio)
Sólo me llamarás como yo permita que lo hagas. (Fernando)
¡Por que tú lo digas! (Julio)
Pues sí, lo digo. (Fernando)
¿Ves como eres un tarugo? (Julio)
No, no lo veo. (Fernando)
Idiota... (Julio)
No me llames idiota. (Fernando)
Te lo llamaré si quiero. (Julio)
¡No! (Fernando)
Oye, ¿te das cuenta de que nos estamos repitiendo? (Julio)
La verdad es que sí... (Fernando)
¿Cuál era la pregunta? (Julio)
Pues... no me acuerdo. Tenía que ver con... algo... (Fernando)
Pues lo que yo decía, eres un tarugo. (Julio)
En ese momento levantaron la vista del papel y vieron que eran los únicos que quedaban en clase, a parte del profesor, que seguía ido dando la lección. Miraron el reloj y vieron que ya había tocado el timbre, por lo que recogieron y se llevaron a Pascual a conserjería para que se ocuparan de él, para luego salir pitando hacia sus respectivas casas.