Finde Nostálgico: Conversaciones de Papel (33)

Publicada originalmente el 2 de octubre de 2009, por Erebyel

Tras el recreo, toda la clase entró en el aula con desgana. A sabiendas de que María José, la de Historia, estaba un poco loca y casi nadie entendía sus explicaciones. Por suerte tenían el libro para comprobar que los datos que daba eran erróneos y que confundía claramente al Papa Pío XII con Napoleón Bonaparte.

Pasaron los minutos, lentamente. La clase murmuraba como pequeños grillos en una noche de primavera y me estoy yendo por las ramas (soy el narrador omnisciente en tercera persona que se explica en Lengua Castellana y Literatura en Primero de Secundaria por lo que debería contenerme y centrarme en los hechos...). ¿Por dónde iba?. Bien. Sigamos.
Decía que la de Historia estaba tarumba, eso lo demostró nuevamente al entrar aquel día en el aula. Con estrépito y derramando las fotocopias que traía en el brazo por todos sitios, cogió por los hombros a Miguel Ángel y le hizo levantar usándolo como escudo hasta llegar a la mesa del profesor. Donde los miró a todos con los ojos desorbitados.
Nada sorprendidos los alumnos se divertían con la situación mientras que Miguel Ángel se sentía avergonzado de ser juguete de tremenda lunática. Intentó zafarse pero ella le agarró con más fuerza... y entonces gritó.
- ¡Vengo a acabar con la república! - dijo mientras empujaba al pobre Miguel hacia delante y le hacía darse un buen golpe contra la mesa del profesor. Por su parte, ella se subió a la mesa y empezó a disparar al aire con los dedos mientras bailaba.
Deberían llevársela a un psiquiátrico... hoy ni siquiera se ha tomado las pastillas (Victoria)
Sí, la pobre está desquiciada... lleva tantos años dando lo mismo y ya no distingue lo que es Historia y lo que es realidad (Andrea)
Éste año no aprenderemos nada, vamos a sacar una nota muy mala en PAU (Victoria)
Cómo si eso te importase (Andrea)
Andrea... ¡No me busques! (Victoria)
¿Qué te encuentro? (Andrea)
- So... corro – gimió Miguel Ángel tendiéndole una mano a Victoria (la que tenía más cerca) para que le ayudara a escapar de la garra (el pie) de la profesora, que le oprimía la espalda mientras le llamaba nazi.
Julio se levantó, asustado. Ésto ya había llegado demasiado lejos. Salió corriendo del aula: su sentido común le decía que debía avisar al director. Acabaron viendo cómo los del psiquiátrico se llevaban a la profesora en camisa de fuerza. Todos lo miraron con excitación y curiosidad, como adolescentes que eran. Luego, les obligaron a entrar en clase y el subdirector les avisó que tendrían un nuevo profesor de Historia próximamente.
Les rogó que mantuvieran el orden y esperasen a la siguiente clase. Tras decir ésto, salió de la clase dejándolos solos.
Rápidamente se pusieron a jugar a las cartas en la mesa del profesor.