sábado, 8 de julio de 2017

La imaginación a volar: la militar

Una periodista siempre llega hasta el final para contar su historia, cueste lo que cueste. Esa máxima era su vida, y por ella solía acabar metida en líos casi todas las semanas. Esta vez se trataba de un caso de homofobia en el ejército, por el que se coló en una instalación militar... donde la pillaron, por supuesto. A la espera de la llegada de la policía, la metieron en una celda. "Detención preventiva" ponía en un cartel casi invisible cerca de la puerta. Sus protestas no sirvieron de nada, y tan pronto se quedó sola echó un vistazo a su alrededor.

Pero no estaba sola. En otra celda había una joven, más o menos de su edad y militar de acuerdo con su ropa. Ya se disponía a asediarla con preguntas, aunque fuera para hacer frente al aburrimiento, cuando la puerta exterior se abrió de nuevo.

–¿Por qué siempre que requiero de tus servicios tengo que sacarte de una celda? –rezongó el hombre, con galones de coronel, mientras sacaba un mango de llaves del bolsillo.

–Si los mandos supieran hacer su trabajo y dejasen de dar órdenes estúpidas y sin sentido no sería necesario –replicó la joven militar con calma.

–Podría encerrarte por decir eso –le advirtió el coronel abriendo la celda. Después se giró, en dirección a la salida, y masculló entre dientes–. Al menos espero que no te refieras a mí.

–No habitualmente –declaró ella tranquilamente mientras le seguía a la salida.

La pregunta: ¿Qué hizo la militar para ser encerrada y porqué el coronel acepta su desacato a la autoridad?

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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.