domingo, 23 de abril de 2017

El último historiador de la Tierra

¡Feliz día del libro!

Espero que disfrutéis este pequeño relato, aunque me ha salido un poquito deprimente.



Hace ya mucho tiempo de la última vez que escribí, y no habrá más ocasiones después de ésta. La radiación me matará pronto; ya he durado demasiado, e incluso ahora cada letra que escribo es un suplicio. Pero he de hacerlo. He de dejar testimonio.

Ayer el pequeño Tobías cumplió los 6 años, y sigue pareciendo un niño sano. Es el más joven de nuestro cada vez más reducido grupo y el único, de los nacidos después de la catástrofe, que ha aguantado tanto tiempo. Quizá eso signifique que aún hay esperanza, y nuestros​hijos puedan sobrevivir en esta Tierra devastada.

Pero cada vez son más los que prefieren olvidar, hacer como si el mundo antes del cataclismo nunca hubiera existido y siempre hubiera sido como es hoy en día. Temo que descubran este santuario y lo destruyan.

Por eso lo ocultaré; me aseguraré de que sea inaccesible y no hablaré a nadie de él. Quizá algún día los nietos de los nietos de Tobías descubran la entrada a este lugar.

Quizá algún día los hijos de la Tierra recuperen el conocimiento de sus ancestros y aprendan de él para no cometer los mismos errores.

O quizá sólo usen estos libros para avivar las llamas de la hoguera porque hayan perdido las herramientas necesarias para acceder a la información que ocultan.

Quizá, después de todo, no quede esperanza para la Humanidad.



[Inspirado por la serie Los 100, pero válido para cualquier contexto de apocalipsis]

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Lamento la situación, pero la ley nos obliga.